DESCENDIENTES
Durante un tiempo, Nasrudín estuvo desterrado de la corte por sus burlas constantes. Al regresar a su pueblo, empezó a plantar un bosque de árboles jóvenes alrededor de su propiedad.
- ¡Cómo has perdido el favor real! – se rió entre dientes el imam, regocijado -. Tu barba será blanca como la nieve antes de que esos arbolitos tengan unos palmos de altura. Y sin duda, nunca verás los árboles en su esplendor.
- -Muéstrame a un hombre que no piense en sus descendientes – contestó Nasrudín -, y yo te mostraré a alguien que no es nada.